Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100363
Legislatura: 1893
Sesión: 3 de Julio de 1894
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 162, 2546 (bis) - 2547 (bis)
Tema: Tratados de comercio y relaciones comerciales con Alemania y otras Naciones

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): No faltaba más, sino que ahora un individuo de la Comisión viniera a hacer responsable al Gobierno de lo mucho que se ha discutido aquí los tratados y especialmente el de Alemania, cuando las oposiciones no han ejecutado otra cosa desde que se abrieron las Cortes que discutir esa materia. El Gobierno se ha limitado a defenderse, y decir, puesto que los tratados son tan malos como afirmáis, ¿por qué no presentáis dictamen para que los discutamos de una vez? (El Sr. Durán y Bas: Pido la palabra para rectificar.) El Gobierno, repito, no ha hecho otra cosa que defenderse brevemente, porque no había de callar a todo lo que se ha manifestado respecto de los tratados; pues, como sabe el Sr. Durán y Bas, hemos pasado un día y otro, una semana y otra, sin ocuparnos de otro asunto que de los tratados. Sin embargo, el Gobierno, cuando se ha levantado a hablar, se ha hecho cargo brevemente de esas indicaciones.

Me parece de todo punto inútil e innecesaria la protesta que ha hecho S. S. Yo me referí ayer al incidente del otro día, porque tenía íntima relación con el provocado por el Sr. Chávarri. ¿Qué encuentra S. S. de extraño en esto, ni a qué viene el protestar contra cosa tan natural y lógica y, bajo mi punto de vista, tan necesaria? Y después de todo, ¿para qué la protesta? ¿Dije yo algo que pudiera molestar a la Comisión? (El Sr. Durán y Bas: El tono.-Grandes rumores.- El Sr. Durán y Bas: Yo hablo con el Sr. Sagasta; no con los señores de enfrente.)

¿Pero qué tono empleé yo? ¡Si fue un tono de entusiasmo a favor de la dignidad de la Comisión! Porque una de las cosas que dije, fue: el Gobierno no ha dado paso ninguno con la Comisión, primero, porque no lo ha creído conveniente a su dignidad, y segundo, porque, aunque lo hubiera creído conveniente a su dignidad, entiende que la Comisión no hubiera aceptado sus indicaciones, sino que las hubiera rechazado. (El Sr. García Barzanallana: Justamente.) ¿No es verdad, Sr. García Barzanallana? Pues ya ven SS. SS. que hacía justicia a la Comisión, y si la hacía, ¿a qué la protesta? De manera que esa referencia al incidente anterior fue más bien para defender a la Comisión, aunque no necesita mi defensa; pero en fin, bueno es que lo reconozcan los demás, porque muchas veces tiene uno razón y no la reconocen SS. SS.

Y vamos a la segunda protesta, porque la primera, que era de todo punto innecesaria, no merece gran extensión.

La segunda protesta es contra mis palabras relativas a que el tratado con Alemania en nada perjudica a la fabricación catalana. Contra esto protesta S. S., pero yo no pido protesta; lo que pido es que S. S. me diga a qué clase de fabricación catalana podía perjudicar el referido tratado (El Sr. Durán y Bas: En la discusión lo demostraré.) ¡Ah! Lo demostrará en la discusión. Si los perjuicios fueran evidentes, ya me los señalaría ahora mismo S. S. ¿Qué sería la fabricación de Cataluña si fuera perjudicada por un tratado como el proyectado con Alemania? No; el tratado con Alemania no perjudica en modo alguno a la industria ni a la fabricación catalana.

Contra esta afirmación mía se limita S. S. a hacer una protesta. Está bien; hágala S. S., contra mi afirmación queda la protesta de S. S. (El Sr. Durán y Bas: Quedo también la afirmación de S. S. sin demostración; son dos afirmaciones contrapuestas, sin demostraciones las dos.) Por eso tengo yo tanto deseo de que se discuta este asunto, porque abrigo la evidencia de que mi afirmación se ha de demostrar tan claramente y de una manera tan evidente como que ahora es de día; por eso tengo afán de que venga el dictamen: si SS. SS. estuvieran tan seguros de demostrar lo que dicen, el dictamen hubiese vencido ya; pero como no lo están, lo dilatan todo lo que pueden.

Y ahora viene la tercera protesta porque cité a la Comisión. ¿Pero qué he de hacer, tratándose de un asunto que interesa tanto al Gobierno y al Parlamento, y que está detenido por una Comisión que necesita estudio tan prolijo, tan minucioso, que lleva tres meses y todavía no ha podido enterarse? (El Sr. García Barzanallana: No son tres meses.) ¿Cuántos días faltan, Sr. García Barzanallana, para tres meses? (El Sr. García Barzanallana: La información acabó el 22 de Mayo.) Mucho antes de la información la Comisión estaba nombrada, y precisamente aquélla fue para enterarse. ¿Cuándo se nombró la Comisión? El día 9 de Abril; han pasado, pues, tres meses cinco días. (El Sr. García Barzanallana: Es que eso de los tres meses, hace mes y medio que se nos está diciendo todos los días.) Pero sea lo que quiera, ayer hice la cuenta y resultaba que para cada partido del arancel que ofrece novedad en el tratado con Alemania, había tres días de estudio porque tratándose de la segunda columna del arancel del 91, no creo que hayan necesitado SS. SS. estudio, que bien hecho lo tienen, porque es su propio arancel y las partidas que bajan de la segunda columna del arancel, tengo la seguridad que no pasan de 30. (El Sr. Duque de Tetuán: Ciento cuarenta y seis.- El Sr. Vizconde de Campo-Grande: Y 32 consolidadas.- El Sr. Duque de Tetuán: Pido la palabra.)

No extrañe a S. S. que a mí me preocupe la conducta de la Comisión, porque no sólo me preocupa a mí, sino que preocupa al Senado y al país, porque, buenos o malos los tratados, la Comisión ha debido ya dar dictamen, no habiendo razón ni motivo para que una Comisión parlamentaria tarde tanto tiempo en cumplir su encargo. [2546]

Después de todo, tratándose de personas tan competentes como SS. SS., que han dado pruebas de tanta inteligencia y actividad en otros asuntos, francamente, hay que suponer que o les ha faltado inteligencia, o competencia o actividad. Pues bien; yo no puedo hacer a SS. SS. la ofensa de suponer que les ha faltado inteligencia o competencia. ¿Cómo he de suponerlo, por ejemplo, del Sr. Barzanallana, presidente de la Comisión, autor de unos aranceles que más han regido en nuestro país, que ha desempeñado la cartera de Hacienda y otros altos cargos con honor suyo? (El Sr. Barzanallana: Por eso mismo tengo que estudiarlo más, porque no se trata de 30 partidas, sino de una variación radical de todo lo establecido.) Yo creía que el que se dedica siempre a una materia tendría más facilidad para formar juicio y menos que estudiar.

Queda, pues, únicamente, la falta de actividad y en que SS. SS. no han sido muy activos habremos, por lo menos, de convenir; pues tratándose de cosa tan importante y que tanto afecta al país, el deber más elemental les imponía a SS. SS. una grandísima actividad.

Por consiguiente, no extrañen los señores de la Comisión que el Gobierno se preocupe de su conducta, y que hable de ella siempre que de esto se trata. ¿Qué remedio tiene más que hablar de ella, si no acaba nunca? Dicen que está ya escrito y aprobado el preámbulo. Pues, entonces, ¿qué falta? Ya sabemos que la conclusión ha de ser que los tratados son malos y que no se aprueban. Escrito el preámbulo ya lo está el dictamen. ¿Es que no queréis presentarlo? No lo presentéis. ¡Qué le vamos a hacer! El Gobierno no tiene medios coercitivos para obligaros, pero declaro que la Comisión hace mal, y da, aun a pesar suyo, tal vez, el ejemplo de un obstruccionismo nuevo que hasta ahora no se había empleado y quiera Dios que en el porvenir no sea de funestos resultados para todos el uso de esa nueva máquina obstruccionistas que habéis inventado.

No tengo más que decir. Siento que el Sr. Durán y Bas se haya molestado, no por mis palabras, sino por el tono con que las pronuncié. Estoy dispuesto a emplear el que desee S. S., porque no quiero molestar ni a S. S. ni a ninguno de los señores de la Comisión. Mi único deseo es que la Comisión de dictamen para que salgamos de esta situación, que no hace bien ni a SS. SS. ni a nosotros, ni al país sobre todo. He dicho.



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